El Pastor y Obispo de mi Alma - II Parte
- Samuel Valverde
- hace 39 minutos
- 3 Min. de lectura

“Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma…”
— Salmo 23:1-3a
A veces, todo lo que necesitas… es saber que Él está
Hay momentos en la vida donde lo que más escasea no es el dinero, la salud ni el éxito… sino el descanso del alma.
Cuando no puedes más. Cuando llevas demasiado tiempo cargando heridas. Cuando lo único que deseas es que alguien te cuide sin exigirte nada.
Ahí, en ese lugar de agotamiento interno, la voz del Pastor dice:
“Nada te faltará.”
No porque todo esté resuelto, sino porque Él está presente.
El salmo de los quebrantados que han sido encontrados
David no escribe este salmo desde el palacio, sino desde el alma.
Es el testimonio íntimo de alguien que conoció los valles, las traiciones, las pérdidas… y también la ternura de Dios.
Es un suspiro de confianza.
Y este mensaje no es solo para entender al Pastor…
Es para recordar que tú y yo somos ovejas.
Frágiles, necesitadas, torpes a veces. Pero amadas. Y no olvidadas.
¿Qué hace el Pastor cuando me encuentra?
1. Me asegura: “Nada te faltará”
Este “nada” no significa que todo será perfecto.
Significa que en la medida de lo que tu alma realmente necesita, Él proveerá.
Paz, perdón, presencia, dirección, consuelo.
A veces no dará lo que tú pides, pero siempre dará lo que tu alma necesita.
“Nunca he visto justo desamparado…” (Salmos 37:25)
2. Me lleva a donde yo no podría llegar solo
“En lugares de delicados pastos me hará descansar…”
No dice “yo encontré pastos”. Dice: Él me llevó.
Cuando mi mente está revuelta, Él me lleva a reposo.
Cuando mis emociones están secas, Él me lleva a verdor.
Cuando el ruido es demasiado, Él me lleva al silencio.
Dios no solo bendice… Él guía a lugares seguros.
Y cuando no puedo caminar, me carga sobre sus hombros (Lucas 15:5).
3. Me pastorea junto a aguas de reposo
¿Has visto una oveja beber en medio de aguas agitadas?
No puede. Se asusta. Se ahoga.
Por eso el Pastor busca aguas quietas, donde puedas refrescarte sin temor.
La ansiedad no es el lugar donde el alma se sacia.
La prisa no es el canal donde fluye Su voz.
Él te invita a parar. A sentarte. A ser oveja en vez de guerrero.
Y en ese reposo… bebes.
4. Restaura lo que el pecado, el dolor o el cansancio destruyeron
“Confortará mi alma…”
Ese verbo en hebreo no es solo consolar. Es reparar.
Como un alfarero que toma el barro roto y vuelve a formar el vaso.
Cuando fallaste, Él no te descartó.
Cuando te quebraste, Él no te condenó.
Cuando caíste, Él no se alejó.
Él te restauró.
Y eso lo hace no como un mecánico corrige una máquina…
Sino como un Pastor acaricia a su oveja herida.
¿Y si me he alejado? ¿Y si me desvié?
David lo sabía. Isaías lo dijo. Pedro lo recordó:
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas…” (Isaías 53:6)
Pero el mensaje no termina en el descarriarse.
Termina en que el Pastor te salió a buscar.
Y cuando te encuentra, no te reprende… te pastorea.
Conclusión: A veces el alma no necesita más palabras, solo Su presencia
Hoy no necesitas entenderlo todo.
Solo necesitas saber que tienes un Pastor.
Uno que no te abandona cuando caes, que te lleva a descansar, que sabe lo que tu alma no sabe decir.
“El Señor es mi pastor… y eso basta. Nada de faltará.”
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